Introducción
El altar: la mesa del sacrificio
Alejandro Morán Barrio
La mesa del altar es uno de los elementos más importantes dentro del templo. En los inicios del culto cristiano se utilizaban mesas de madera que se desplazaban en función de cada oficio. A partir del siglo IV en Occidente, los altares comenzaron a colocarse en el ábside central del templo y se realizaron ya tanto en piedra como en otros materiales nobles. En la mayor parte de los casos, el altar contenía en su interior un receptáculo sellado con reliquias de mártires o santos.
El soporte para la eucaristía y su bendición
En el mundo cristiano, el altar es la mesa del sacrificio de Cristo y el soporte para ubicar encima las especies eucarísticas. El ara o altar se consagra en la ceremonia de dedicación del templo.
Para ello, el obispo bendecía el agua y trazaba con ella cuatro cruces en las esquinas del altar y otra en el centro. Posteriormente le daba siete vueltas mientras lo asperjaba con el hisopo.
Seguía un variable y complejo ritual que incluía unciones con crisma, incensaciones y el trazado de diversos signos sobre la superficie del altar.
Este conjunto de ritos asociados a la santificación del altar poseía para los fieles un realismo escénico cuasi mágico, potenciado por efectos visuales y espaciales de canceles, iconostasios y cortinas que ocultaban lo que se realizaba en este espacio del presbiterio.
A su vez, las oraciones, cantos y plegarias evocaban potentes imágenes simbólicas, tanto con el lenguaje verbal como con el no verbal.
Pontifical, finales del s. XIII. Lyon: Bibl. Municipale, ms.
5132, f. 114r.
Isaac Sastre de Diego, “El altar hispano en el siglo VII.
Problemas de las tipologías tradicionales y nuevas perspectivas”, en El siglo VII frente al siglo VII.
Arquitectura, editado por Luis Caballero Zoreda, Pedro Mateos Cruz y Mª Ángeles Utrero Agudo, 309-330. Madrid: CSIC, 2009.
El Ara de Antealtares
Altar y soporte de Antealtares
Placa funeraria romana reutilizada, siglo I; soporte del s. IX (?);
inscripción ca. 1150
Mármol tallado.
Lápida: 68,3 x 88,8 x 6,7-7,5 cm;
Soporte: 114,5 x 40 x 24 cm
Museo de Arte Sacro del Monasterio de San Paio de Antealtares,
Santiago de Compostela
El Ara de Antealtares, conservada en el Monasterio benedictino del mismo nombre, es un altar cristiano que se ha relacionado por la tradición y sus inscripciones, no sin cierta controversia, con el altar primitivo de la Catedral compostelana.
Se menciona por primera vez en un inventario del monasterio de San Paio de Antealtares, redactado a finales del siglo XV.
Losa superior del ara de Antealtares.
Antonio López Ferreiro, Historia de la Santa A. M. Iglesia de
Santiago de Compostela, vol. 1. Santiago de Compostela:
Impr. del Seminario Conciliar Central, 1908, 284.
Un siglo más tarde comenzó a ser estudiada y reconocida por algunos estudiosos como Ambrosio de Morales, a quien no le pareció propio que se estuviese celebrando la eucaristía sobre un epígrafe funerario pagano situado en el reverso.
Esto motivó que en 1601 se manipulase esta inscripción por orden del arzobispo Don Juan de Sanclemente, realizándose otra de carácter cristiano y siendo consagrado el altar nuevamente para su uso litúrgico.
La lápida del altar se encuentra sobrepuesta a un soporte pétreo que forma parte del conjunto.
El profesor Serafín Moralejo dató esta pieza marmórea hacia el siglo IX, mientras que la oración de consagración ubicada en el anverso estaría labrada en época plenomedieval, hacia 1150.
Soporte del ara de Antealtares.
El programa epigráfico del Ara de Antealtares
Lee la transcripción y la traducción
Desciende en la página y analiza la transcricpión de los caracteres latinos,
junto a su correspondiente traducción.
IN HONOREM DEI ET B. MARIAE SEMPER
VIRGINIS, S. PELAGII MARTIR. S. IACOBI
APOST. S. BENEDICTI ABBA ET OMNIUM
SANCTOR. IOANNES ARCHIEPS
COMPOSTELLAN. HOC ALTARE
CUM RELIQUIIS PLURIMORUM
SANCTORUM IN EO RECONDITIS
CONSECRAVIT ANNO DNI. MDC I.
DIE XV MENSIS FEBRUARII IHS. Mª
En honor de Dios y de la Beata siempre Virgen, de San Pelayo mártir, de Santiago apóstol, de San Benito abad, y de todos los Santos, Juan, Arzobispo de Compostela, consagró este altar, con reliquias de muchos santos encerradas en él, el año del Señor 1601, el día 15 del mes de febrero. Jesús Salvador de los Hombres. María.
CUM SANCTO IACOBO FUIT HEC ADLA TA COLUMNA ARQUE SCRI PTA SIMUL QUE SUPER EST POSITA CUIUS DISCIPULI SACRARUNT CREDIMUS AMBAS AC EX HIS ARAM CONSTITUE RE SUAM
Esta columna, al igual que el ara escrita que está encima, fue traída con [el cuerpo de] Santiago; cuyos discípulos consagraron ambas, según creemos, y con ellas erigieron su altar
Los soportes del altar en la Plena y Baja Edad Media
Rosarium, segundo cuarto del s. XIV. Angers: Bibl.
Municipale, ms. 373, f. 325r.
De los primeros altares en piedra y exentos, se pasa, a partir de la Plena Edad Media, a los altares monumentales adosados a retablos. El proceso de expansión de la liturgia romana desde el siglo XI, propiciado por la reforma gregoriana, unificó el ritual en torno a un modelo de altar que permitiese y generalizase el culto hacia oriente. Desde el siglo XII, la expansión del culto eucarístico propició la multiplicación de altares en los templos, favoreciendo la celebración simultánea de misas.
La creación de nuevos altares monumentales probablemente auspició el reaprovechamiento de los primitivos altares cristianos, especialmente añadiéndoles nuevos soportes o decoraciones en forma de frontales (antipendia) o de estatuas columna que contribuyesen a una nueva significación de las mesas sacrificiales. De esta manera, algunas aras tardoantiguas fueron convertidas en grandes altares con columnas que sostenían su mesa principal, actuando también de soporte visual para programas iconográficos complejos.
Pontifical romano, inicios del s. XIV. Avignon: Bibl.
Municipale, ms. 203, f. 128r.
Las estatuas-columna de Antealtares
Estatua columna con apóstoles
ca. 1152
Mármol
Fogg Art Museum, Harvard, Cambridge, Masachussets
Estatuas columna con apóstoles
ca. 1152
Mármol
Museo Arqueológico Nacional, Madrid
Bajo el ara de Antealtares, se disponían cuatro columnas que actuaban a la vez de soporte y de espacio figurativo para un programa visual sobre los apóstoles. Aunque la función de estas columnas no puede asegurarse, Mauro Castellá Ferrer describió entre 1608 y 1610 la disposición del altar mayor de San Paio, con el ara encastrada en su mesa y soportada esta por “cuatro Pilares de riquísimo mármol, esculpidas en ellos Imágenes de los Apóstoles”.
Una de estas cuatro columnas habría desaparecido ya a finales del siglo XIX, cuando Antonio López Ferreiro menciona tres de ellas ocultas por un frontal. Dos se conservan actualmente en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y la tercera en el Fogg Art Museum de Harvard en Cambridge.
La inclusión de Matías en el programa visual sitúa al colegio apostólico en un contexto vinculado a Pentecostés, ya que la inclusión de este discípulo se menciona en el pasaje bíblico en el que se comenta la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles.
Una alusión a la descripción del altar de Santiago en el Calixtinus nos lo describe con la presencia de tres lámparas, siendo la central “en forma de gran pebetero (…) tenía siete depósitos” en los que se disponían “siete luces (…) en representación de los dones del Espíritu Santo”, y en cada uno de ellos estaban “esculpidos por fuera las imágenes de los apóstoles”. Esta interpretación del programa visual refuerza la atribución al primitivo altar de la sede compostelana.
La reconstrucción hipotética del altar de Antealtares
Desplaza el indicador
Desliza la barra central para revelar la reconstrucción de la
ubicación de las columnas del Ara de Antealtares.
Cómo citar
Alejandro Morán Barrio, “El altar: la mesa del sacrificio”, en Ars Rituum. La liturgia medieval en los Caminos de Santiago, exposición digital comisariada por Ángel Pazos-López (Santiago de Compostela: Cátedra do Camiño de Santiago e das Peregrinacións, 2021). En línea: https://www.arsrituum.digital/espacios/altar-sacrificio